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COMENTARIOS GENERALES:
Estamos a un siglo del inicio de la Revolución Rusa y del fin de la 1ra GM. También, a 50 años del Mayo Francés. Al respecto, nos dice que la Historia no se repite, pero que sí parece tener su melodía.
Es este caso es la de una triste canción. Las que resuenan en todos los fines de época. Una que nos imaginamos sonando en un cabaret de Berlín o en un café de París. Pero, que muy bien podría sonar en Buenos Aires.
Una de las crónicas más reputadas de la Revolución Rusa, la del escritor inglés, Richard Pipes, sostiene que las principales causas de ésta fueron: una elevada inflación, una poco eficiente burocracia estatal y, obviamente, los graves errores de gobierno y comunicacionales en los que incurrió el Zar Nicolás II y su entorno íntimo. Y que su disparador fue la desastrosa participación de las tropas zaristas en la 1ra GM, al igual que la presencia de revolucionarios profesionales, como Lenín y Trotsky.
Hoy esas condiciones parecen replicarse en muchos lugares del mundo. Ya que cada vez son más los denominados Estados de bienestar que no pueden garantizarlo como lo habían prometido. También, muchas veces, como lógica consecuencia de lo anterior, ellos ya no disponen del exclusivo monopolio del uso de la violencia. Y por lo tanto, la lealtad de sus poblaciones.
Procesos similares se dan en varios países, pero con un ritmo de avance distinto. Mientras que oriente parece tranquilizarse, con China y Rusia como modelos. Occidente marcha en sentido contrario con protestas estallando en Francia y en Bélgica, pero a la vuelta de la esquina en la Gran Bretaña y en los EEUU. También, en la Argentina.
Por su parte, el subcontinente sudamericano parece decidido combatir la epidemia de la inseguridad que afecta a sus principales ciudades.Mientras que el viejo Occidente no sabe qué hacer con sus múltiples contradicciones.
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