domingo, 31 de marzo de 2013

!Argentinos a las cosas! El mensaje de Francisco

Publicado en la edición impresa del Diario Uno del 31 Mar 13.
 
Por Emilio L. MAGNAGHI (*)
 

José Ortega y Gasset, en 1939, en una conferencia en la Universidad de La Plata, nos decía: “¡Argentinos a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismo. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente a abrirse el pecho a las cosas…”.

La elección de Francisco al frente de la Iglesia Católica tiene mucho que ver con la esperanza y el resurgimiento de valores. Está ejerciendo el poder de una manera distinta, desde la humildad, el respeto, la dignidad y la honradez. El Papa ha empezado a usar al Vaticano más como una enorme vidriera desde donde se puede mostrar, que como una tribuna para hablar. Él sabe, como nadie, que el lenguaje de los gestos es más poderoso que la palabra. Como sacerdote jesuita ha aprendido la importancia del mensaje gestual; sabe que hay un gesto que tiene más de dos mil años de vigencia.

lunes, 11 de marzo de 2013

REFORMA de los LICEOS MILITARES.


por Emilio L. MAGNAGHI (*)

La ideología puede ser amiga de la política, pero es enemiga de la estrategia.
Portaestandarte del LM Grl Espejo.
El 9 de septiembre del 2012, en un artículo en éste mismo diario (La buena política que nos interesa a todos), reflexionaba a raíz de la lectura del último libro de Jorge Castro “La Visión Estratégica de Juan Domingo Perón” (Ed. Distal), sobre la evolución que ha tenido, a lo largo de la historia, el pensamiento político y estratégico en nuestro país. Dice Castro en su libro que “lo más importante del pensamiento de Perón no es ideológico sino estratégico”. Es en la acción -como fue el abrazo de Perón y Balbín-, donde el estadista deja de lado la ideología, para ponerse al servicio del interés general de la nación. Y me viene a colación, porque en toda resolución política debemos saber diferenciar entre lo ideológico y lo estratégico, a fin de distinguir entre un verdadero estadista y un político del montón.