martes, 2 de abril de 2013

Lo que debemos recordar de la Gesta de Malvinas

Artículo publicado en la edición impresa y digital del Diario Uno del 02 Abr 13.

 


Por Emilio Luis Magnaghi *

 

Muchas veces me he preguntado, como argentino, por qué conmemorar el 2 de abril ¿Acaso no se trata de una derrota? Para colmo de males de una guerra impulsada por un gobierno ilegitimo y dictatorial. Pero -todos los años me ocurre lo mismo-, algo en mi interior me dice que pese a todo hay algo que rescatar.

Vienen a mi memoria, por ejemplo, las imágenes de la “Operación Rosario”, que fue una incursión de comandos, perfectamente coordinada y ejecutada, para la recuperación de nuestras islas. Después vinieron esos 74 días -de la guerra de gloria e infortunio-, en los cuales asistimos azorados al hundimiento del crucero “Grl Belgrano”, a los ataques rasantes de nuestra aviación, a los duelos de artillería, a los combates nocturnos de las tropas de infantería por las alturas que rodean a Puerto Argentino.

Claro, después ocurrió aquello del 14 de junio. La rendición. Todos tenemos presente las imágenes de las largas filas de nuestros soldados prisioneros. También, la de nuestros muertos siendo enterrados en fosas comunes. Muchos de ellos bajo una simple cruz con la leyenda: “Known only to God” (solo conocido por Dios); pero, esto hay que destacarlo: con los ingleses rindiéndoles los honores militares, que aun nosotros les debemos a nuestros muertos en combate, en cumplimiento del sagrado deber de la Nación Argentina.

Porque fueron nuestros propios adversarios, en las voces autorizadas de sus comandantes, como la del Brigadier Julian Thompson, los que han reconocido que aquella campaña en el Atlántico Sur no fue precisamente un picnic. Y como lo sintetizaran dos de sus corresponsales de guerra, Max Hasting y Simon Jenkins: “Tantas mentiras que se nos dijeron acerca de que no querían pelear y estaban peleando como leones.” (La Batalla Por las Malvinas, Ed EMECE, pag. 264.)

El 2 de abril de 1982, el objetivo del plan era la recuperación de las Islas Malvinas, pero estaba basado en una premisa estratégica que era de muy difícil obtención y casi imposible de lograr. Al pretender la conquista del objetivo sin producir bajas enemigas, la conducción estratégica argentina delegó toda la responsabilidad a la táctica y a los hombres que debían ejecutarla. Para lograr el acontecimiento estratégico había que reducir y rendir a la guarnición militar enemiga de las Islas, sin derramar una sola gota de sangre británica.

¿Qué quería decir Napoleón cuando afirmaba que “logrado el acontecimiento, la batalla estaba ganada”? Quería decir que la estrategia debe hacer que las cosas ocurran de tal manera, que la táctica finalmente pueda desarrollarse en las mejores condiciones posibles. Quería decir, también, que la mejor táctica no es capaz de resolver un problema que se le ha escapado a la estrategia. La estrategia debe crear las condiciones (el acontecimiento) para que la táctica pueda desplegar todas las capacidades adquiridas.

Las tropas argentinas lo consiguieron pagando caro su derroche de valor y disciplina. El capitán Edgardo Giachino (mendocino de nacimiento) y el cabo Ernesto Urvina en Puerto Argentino, el 2 de abril y los conscriptos Mario Almonacid y Jorge Néstor Águila, al día siguiente en las islas Georgias, murieron para que ese mandato pudiese cumplirse.

Cabe resaltar que las fuerzas que comandaba Giachino hubiesen podido rescatarlo y salvarle la vida, si no hubiese mediado la orden, que él mismo impartió y sostuvo hasta el final, de no producir bajas enemigas.

El error estratégico que condujo a la derrota
El gobierno argentino debió haber dejado una guarnición no mucho mayor a la que tenían los ingleses antes del 2 de abril en las Islas. Esto hubiese hecho que, la primera ministra Margaret Thatcher, encontrase una enorme dificultad para convencer al almirantazgo inglés de trasladar una fuerza tan importante, para desalojar a apenas algo más de cien hombres de unas islas a quince mil kilómetros de distancia, con el riesgo de perder vidas, buques y aeronaves. Y con la carga emocional de no tener que desagraviar un acto inhumano de violencia ni vidas británicas que vengar.


Estratégicamente hablando, la Argentina perdió la guerra mucho antes del 14 de junio, la perdió en el espacio de tiempo que medió entre la victoria del 2 de abril y la decisión de la junta militar de reforzar la posición defensiva con diez mil hombres mal equipados y peor abastecidos. Esa mala decisión fue lo que le dio la justificación a la primera ministra inglesa para ordenar, a la Flota del Mar del Norte, desplegar el poder militar marítimo, aéreo y terrestre más poderoso que se había visto en acción desde la 2da Guerra Mundial.

Recordar la Gesta de Malvinas es rescatar a nuestros caídos en el cumplimiento del sagrado deber patriótico, es honrar la memoria de los 649 hombres muertos en acción, y los 1.082 que resultaron heridos –entre un muerto y un herido en combate, a veces la diferencia es de apenas unos pocos milímetros-. Un total de 1.731 bajas, que representan aproximadamente el 17 por ciento de las tropas empeñadas. Este solo dato demuestra claramente que aquel valor del 2 de abril se repitió sin descanso a lo largo de todos los días que duró el conflicto armado.

A pesar de enfrentar a un enemigo técnicamente mejor equipado, a las condiciones meteorológicas adversas, al aislamiento, sabiéndose en manos de una conducción política desastrosa, y abandonados por la estrategia, nuestros soldados tomaron la decisión de luchar con valor y honor hasta el final. No para defender un gobierno ilegal y deshonesto, sino porque estaban defendiendo la Patria. Y esto es lo que en mi interior me dice, que estas son las cosas rescatables de esa fecha.

Es por ello que me permito rescatar también la fecha del 14 de junio, que es el día de la rendición, en la que finalmente quedó demostrado que la táctica no puede remediar problemas estratégicos; pero que, a pesar de ello, les dejó claro a los ingleses y al mundo entero, que los argentinos sienten a las Malvinas como propias y que están dispuestos a dar la vida por ellas.

Los argentinos debemos recordar estas dos fechas con profundo recogimiento y orgullo, por el heroísmo de los que cayeron, por el ejemplo que nos legaron y seguirán legando a las generaciones venideras; porque demostraron que el amor a la Patria es sagrado, y cuando se dan cuenta que es contra ella que se atenta, emerge de su interior el rugido del orgulloso león. Este es el mensaje que conmemoramos el 2 de abril del 1082.

Emilio Luis Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional “Santa Romana”.

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