domingo, 16 de diciembre de 2018

RESUMEN SEMANAL de NOTICIAS - 07/14 Dic 18.



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COMENTARIOS GENERALES:


Ciencias como la meteorología estudian, desde hace tiempo, la rítmica periodicidad de los fenómenos climáticos. En un espiral que pareciera decirnos que todos los años habrá huracanes, pero que cada tantos otros, habrá que esperar los de gran intensidad.

Algo similar, dedujo el médico psiquiatra alemán, Carl Gustav Jung, cuando enunció su teoría de la sincronicidad. Por la cual sostenía que las leyes naturales son verdades estadísticas, absolutamente válidas ante magnitudes macrofísicas.

Por analogía, hay quienes se preguntan si esta teoría es aplicable al campo de los grandes fenómenos humanos, como -por ejemplo- las revoluciones.

En este marco conceptual, asistimos, hoy a sucesos que nos recuerda la Revolución de Octubre, ocurrida en el seno de la Rusia Zarista de 1917.

A 100 años de esos acontecimientos vemos que los mismos se repiten, sincrónicamente, en la mismísima cuna de todas las revoluciones: Vale decir, en Francia.

Vamos con las coincidencia, que no son pocas:

Al igual que en la Rusia de Nicolás II, Francia tiene su propio zar, en Emmanuel Macron y hasta su zarina, la peculiar Brigitte. Faltaría saber quién cumple el rol del perverso Rasputin. Aunque la banca Rothschild & Cie, se le parece bastante.

También, ambas situaciones económicas tienen similitudes. Con su legión de pobres y de excluidos, en ambos casos. Lo mismo que las respectivas burocracias, ambas muy centralizadas y servidoras de intereses no compartidos por la masa de sus compatriotas. Para Francia este norte no es otro que Bruselas, cuna de la UE, para la rusa, otra paradoja, era la Francia de la Ilustración.

Coincidencias o sincronismos. Pronto lo sabremos.
                                                                                             


ANÁLISIS DESTACADOS:
Geopolítica de las víctimas.
Emilio L. Magnaghi
http://www.ciudadanodiario.com

Como todos lo hemos aprendido se considera a Grecia la cuna de la Democracia. Allí nació y merced a la denominada cultura occidental se extendió por buena parte del Globo. Más allá de que Aristóteles la considerara, junto con la Monarquía y la Aristocracia, como una forma pura de gobierno. No son pocos los politólogos modernos que la consideran como la única y exclusiva forma posible.

“El gobierno del Pueblo y para Pueblo” sea, quizás, una de sus más citadas definiciones. Nos preguntamos si esto sigue siendo así. No es una pregunta retórica, ya que hasta donde podemos observar, especialmente en la última década, vemos que la Democracia se ha convertido más en un sistema que busca defender a las minorías, antes que a satisfacer las necesidades de la mayoría que le da su sustento, tanto etimológico como real.

Estas minorías van desde los discapacitados, hasta las distintas preferencias sexuales, incluyendo -incluso-, como veremos, a los que delinquen, los que son percibidos como una víctima del sistema. Nos preguntamos, cómo esto ha sido posible.

Más allá de que siempre existirán víctimas reales y que deben ser protegidas por la ley, el problema radica en quién y en cómo se asigna esa categoría.

Para entenderlo es central que comprendamos cómo se construye la categoría de víctima. Conviene tener presente que, antes que nada, qye la víctima es alguien con una identidad propia. “¿Quién soy? Soy una víctima, algo que no puede negarse y que nadie podrá quitarme nunca”. Nos dice Daniele Giglioli en su libro “Crítica de la víctima”.

Para este autor no se trata solo de victimizarse, sino de conformar una minoría. Una que después, será utilizada para desarrollar espacios de “autonomía”, una palanca de poder para presionar al Estado desde el campo de la superioridad moral.

El cuadro se completa con el pretexto de una irrestricta y suprema defensa de los DDHH. Los que ya no son percibidos como derechos inherentes a todo ser humano, por el simple hecho de ser tal, sino como exclusivos de las víctimas agrupadas en una suerte de “minoricracia”. Las que así conformadas tienen la capacidad que poner en jaque a todo el sistema político.

Lo dicho en el párrafo anterior no puede tomarse en forma baladí. Todo lo contrario. Hoy, los Estados modernos se encuentran bajo un doble ataque. Desde abajo por las distintas minocracias que los presionan por consolidación de sus derechos. Y desde arriba, por parte de las organizaciones multilaterales (la ONU, el FMI, el Banco Mundial, etc.) que impulsan, desde la gobernaza global, la obligatoriedad absoluta de su respeto, bajo pena de otorgamiento de créditos y, en extremis, de la injerencia externa bajo el eufuismo de una “intervención humanitaria”.

Todo lo dicho sirva para entender el porqué de la críticas desatadas, tanto desde la izquierda como de la derecha progresista, contra el “Reglamento General para el Empleo de las Armas de Fuego por parte de los Miembros de las Fuerzas Federales de Seguridad” que ha emitido el área de seguridad del gobierno nacional.

Sin duda alguna, cualquier practicante del Derecho, especialmente del Penal, así como un soldado o un policía experimentado, lo saben. Existen claros criterios operativos para aplicar en el uso de armas de fuego en ocasión del cumplimiento de sus funciones específicas. Ellas derivan del principio básico, conocido como leǵítima defensa. Del mismo se deducen, tanto las reglas de empeñamiento policiales como la justificación de la guerra justa.

Ergo, existe un extendido consenso, tanto nacional como internacional, sobre en qué circunstancias de modo, tiempo y lugar, debe y puede ser aplicada la fuerza mortal para evitar o neutralizar una amenaza contra ellos mismos o contra terceros. Lo que implica que su rechazo en nombre de figuras, tales como las de: “gatillo fácil”, “pena de muerte encubierta” solo pueden hacerse de la doctrina de la victimización expresada más arriba.

En el fondo de esta postura bulle la vieja idea del “Buen Salvaje” de J.J. Rousseau. De aquel que habiendo nacido bueno, la sociedad lo ha hecho malo y, por lo tanto, tiene la justificación perfecta para robar, para violar o para matar.

Lamentablemente, este absurdo que contradice no sólo al sentido común, sino a varias ciencias, se ha engarzado en las teoría jurídica conocida como “garantismo”. Entendido éste como una corriente de pensamiento criminológico de sesgo minimalista nacida en el seno de la Ilustración que busca transformar los procedimientos judiciales y suavizar la ejecución de las penas.

Contrariamente, pero en forma concurrente, esta doctrina se ha complementado con nefastas reformas policiales destinadas “civilizar” a las fuerzas del orden, transformado a sus integrantes de servidores públicos en meros funcionarios de uniforme, negándoles un necesario ethos particular.

En la práctica y más allá de las bondades poéticas con que son presentadas estas posturas, la combinación de ambas asimetrías se ha conjugado en una situación que no ha hecho otra cosa que dificultar la aplicación de la ley, especialmente frente a delitos violentos. A la par de haber producido una desmoralización en las fuerzas destinadas a aplicarla y en una sensación de desprotección de la ciudadanía, en general.

Sin embargo, la asignación de la categoría de “víctima”, al margen de las que están seguramente justificadas, es utilizada por estos grupos progresistas como una consigna política que sirve como un santo y seña, ya sea para condenar a los enemigos como para salvaguardar a los compañeros de ruta.

Así por ejemplo, no entran en ella los uniformados acusados de delitos de lesa humanidad. Como ha quedado demostrado, fehacientemente, con el injusto fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación al denegarles la posibilidad del 2x1. Con ello se dejan de lado, no sólo tratados internacionales, también, se niegan varios principios jurídicos consagrados. Tales como: la no retroactividad de la ley penal y el de igualdad ante la ley.

Las situaciones que acabamos de explicar. La desmoralización que reina entre las fuerzas del orden, por un lado, y, por el otro, la injusticia que el mencionado fallo conlleva. Lejos de estar desconectados, configuran un siniestro sincronismo que tiene atadas las manos del Estado, nada más ni nada menos, que para cumplir con su principal razón de ser, cual es la de ejercer el monopolio del uso legítimo de la fuerza.

Por todo lo expresado, es que aplaudimos la reciente resolución administrativa del Ministerio de Seguridad de la Nación. No nos cabe duda de que se trata de un paso en la dirección correcta. Pero, uno que no puede ser el último en cumplimniento de la promesa presidencial de mejorar la seguridad de todos los argentinos.
                                                                                  
NACIONALES:

Asunción de Bolsonaro: no existe justificación para que Macri no concurra.
Horacio Calderón
https://www.infobae.com/opinion/2018/12/13/asuncion-de-bolsonaro-no-existe-justificacion-para-que-macri-no-concurra/
Creo que habría que preguntarse por qué el presidente de la nación, ingeniero Mauricio Macri, no debería asistir a la asunción de su par brasileño, Jair Bolsonaro, en lugar de por qué debería hacerlo. Brasil es un vecino estratégico para la Argentina, no porque sea aliado, ya que de hecho no lo es, sino por la importancia que tiene la relación mutua desde el punto de vista político, geopolítico, económico, diplomático y militar.

En lo personal, no existe justificación alguna para que no concurra; máxime si se intenta encubrir una decisión de esa naturaleza con cualquier pretexto banal como el de tomarse vacaciones, por ejemplo. La presidencia Bolsonaro representa y representará para la Argentina un enorme desafío estratégico en el futuro mediato y a largo plazo, en razón de que, más allá de la oposición interna que deba enfrentar durante su gestión, desarrollaría una política exterior basada en la restauración del perdido ethos geopolítico y militar del Brasil heredado de los tiempos imperiales, que ha perdurado de manera subyacente como política de Estado desde la existencia del país como república independiente.

La Argentina es una nación indefensa desde el punto de vista militar, pero además con una dirigencia política liderada por caudillejos cuya visión es más corta que la del vuelo de un gorrión. El presidente Mauricio Macri debería ir perentoriamente y hacer saber de manera directa e inequívoca que la Argentina siempre tendrá una mano extendida hacia el país vecino, siempre y cuando la contraparte retribuya el gesto con una actitud similar.

Tengo mis dudas sobre esto último, más allá de reconocer que si el ex militar Bolsonaro fue elegido, es debido a que el pueblo de su país estaba asqueado por la corrupción imperante y el reino del crimen organizado doméstico y transnacional. Un país poderoso como Brasil con un presidente y líder que provoque un cambio de paradigma de magnitud en sentido de proyección de poder regional y global será una amenaza estratégica para la Argentina, aunque por la flojedad académica de nuestros dirigentes se tarde un tiempo en un necesario despertar.

El autor es experto en Asuntos del Medio Oriente y especialista en Contraterrorismo.
INTERNACIONALES:
Un gran error político.
William Lind
http://espacioestrategico.blogspot.com/2018/12/china-vs-eeuu-un-gran-error-politico.html


Un pecado frecuente de los gobiernos conservadores es deshacerse de lo que han logrado a nivel nacional al cometer graves errores de política exterior. Ese peligro ahora se cierne sobre el gobierno del presidente Trump. Su agenda doméstica tiene éxito. La economía está en auge, los nuevos jueces conservadores están sentados en bancas importantes y las regulaciones impuestas por la izquierda se están revirtiendo. En las elecciones recientes, una ola azul se encontró con una roja igual de igual magnitud. El resultado fue que una elección normal para el partido que gobierna desde la Casa Blanca, excepto por el hecho de que los republicanos obtuvieron más escaños en el Senado. No hubo un repudio hacia el presidente Trump o de su agenda.

Todo esto ahora se está poniendo en riesgo debido a la política del gobierno con respecto de China. El presidente Trump ha acertado al desafiar a China en temas comerciales. El libre comercio de nuestra parte ha permitido a una China mercantilista vaciar nuestra industria, privando a los estadounidenses de millones de empleos bien remunerados. China regularmente roba la propiedad intelectual y obliga a las compañías estadounidenses a revelar secretos comerciales si desean hacer negocios con ella. Todo esto debería haber sido cuestionado por presidentes anteriores, republicanos y demócratas. Sus omisiones para actuar, dejaron al presidente Trump solo para lidiar con este gran lío. Para su crédito, lo está haciendo.

Pero eso no significa que queremos una relación generalmente hostil con China. Por el contrario, la amistad entre China, Rusia y los Estados Unidos es de importancia central para enfrentar la amenaza de las guerras de 4ta Generación, el peligro de fracaso estatal y el colapso que definirá el siglo XXI. En juego está en el sistema estatal en sí mismo y una nueva Triple Alianza de las tres grandes potencias es esencial para mantener un mundo de Estados. La alternativa es la anarquía.

La política estadounidense debe tratar de separar el comercio de otros asuntos, al confrontar con China respecto de lo primero y enfatizar la cooperación en todos los demás campos. Lamentablemente, eso no parece ser hacia dónde se dirige el gobierno. Como informó el New York Times del 19 de noviembre, "Desde los tweets del Trump hasta los documentos de las posturas de defensa y de un importante discurso de Pence del 4 de octubre, EEUU ha dejado claro que ve a China como una amenaza estratégica". Es un error de primer orden.

Lo peor de todo, al menos hasta ahora, es que los EEUU están planteando el viejo problema de Taiwan. La administración cortó la ayuda a varios países centroamericanos que retiraron el reconocimiento diplomático de la República de China (Taiwán) y establecieron relaciones con la República Popular de China (Beijing). La Casa Blanca ha estado haciendo ruidos que indican que podríamos fortalecer nuestra relación con Taiwán, incluso a nivel militar. Esto es jugar con fuego.

China puede comprometerse en otros asuntos, incluso en sus reclamaciones al Mar del Sur de China. Pero ella no puede transigir respecto del tema de Taiwán. Me temo que Washington no entiende nada sobre este problema.

A lo largo de la historia China, su mayor amenaza fue para siempre la desunión interna, la ruptura en Estados guerreros. Esto sucedió una y otra vez, más recientemente en las décadas de 1920 y 1930. Cada vez que ocurre, millones de chinos mueren, la guerra civil sumerge a China en una pobreza renovada y los extranjeros aprovechan de su debilidad para invadirla. Todo chino conoce esta historia y cualquier gobierno chino que espera tener legitimidad debe dejar en claro que la prevención de tal desunión debe ser su máxima prioridad.

El peligro que Taiwán plantea es que es una provincia china. Tanto el Partido Comunista como el Kuomintang están de acuerdo con eso. Si una provincia, Taiwán, puede obtener la independencia de China, otras la pueden obtener, también. Beijing no puede permitir que se establezca ese precedente. Es una amenaza existencial y China construirá su muralla para evitarlo. Si eso significa una guerra contra los EEUU, China la librará.

El Pentágono puede pensar que una guerra naval y aérea con China será una victoria fácil. China es altamente vulnerable a un bloqueo naval distante. Pero si la Marina de los EEUU interviniera directamente en un intento por evitar una invasión china de Taiwán, nuestras pérdidas podrían ser graves. China ha desarrollado misiles balísticos de largo alcance que pueden impactar a los portaaviones, o al menos acercarse lo suficiente a ellos, con ojivas nucleares, o bien pueden hundirlos o, con explosiones de EMP, freír a todos sus componentes electrónicos y convertirlos en chatarra. Tales pérdidas marcarían el final de la dominación naval estadounidense. Peor aún, debido a que la independencia de Taiwán es una amenaza existencial para ella, si China fuera derrotada en el mar y en el aire, sentiría una presión inmensa para escalar al nivel nuclear estratégico.

No es demasiado tarde para que el gobiernoa separe el comercio de otros asuntos, continúe confrontando a China respecto de éste, mientras actúa para restablecer las buenas relaciones en otras áreas. Incluso el problema del comercio tiene una solución obvia: el comercio administrado, donde los EEUU y China están de acuerdo en lo que cada uno debe comprar al otro para que la balanza de pagos sea más o menos uniforme. China ha hecho algunas ofertas en este sentido. Podemos y debemos animarles a que lo hagan hasta que podamos acordar los detalles.

A lo largo del siglo XX, los gobiernos conservadores de todo el mundo menospreciaron la política exterior, entraron en guerras en las que no fue bien y que terminaron en desastres que pusieron a la izquierda en el poder. Espero que el presidente Trump esté al tanto de esa historia.

Traducción y notas: Carlos Pissolito
La ira del pueblo francés.
Juan Archibaldo Lanús
El primer fin de semana de diciembre en Francia sucedieron acontecimientos que han sorprendido a muchos de los que amamos ese país. Un verdadero frenesí de violencia se desató en París y en muchas otras ciudades. Se llegó a decapitar bustos de Napoleón y en el museo del Arco de Triunfo (en homenaje al soldado desconocido) varias imágenes humanas fueron destruidas en el vientre y las manos. Cientos de automóviles quemados y vitrinas de negocios destruidas.

Algo profundo pasa en la sociedad que no ha sido tomado en cuenta en este país que tiene el tercer producto bruto en Europa y el que más gasta en prestaciones sociales detrás de Finlandia. A pesar de que el presidente Emmanuel Macron anunció que uno de sus objetivos era luchar contra la pobreza, la ira, no solo la protesta, se ha apoderado de una parte del pueblo francés. Por estas líneas presento algunas reflexiones.

En Francia hay 9 millones de personas bajo la línea de la pobreza. Casi tres millones de niños (o sea el 20% de los jóvenes). Las estadísticas dicen que 21% de los franceses no pueden procurarse tres comidas saludables al día. Se afirma también que sin ayudas sociales 1 de cada 5 franceses vivirían bajo el umbral de la pobreza..

Sin duda hay un profundo malestar de la mayoría de la población que ve aumentarse la brecha entre los que tienen más y los que tienen menos. El ingreso de los ricos se acelera y los grupos de menores ingresos ven disminuir su nivel de vida. Más aún, algunos salarios de los altos ejecutivos ha producido un verdadero rechazo moral en este país donde uno de los principios de la República Francesa es “la igualdad!”. Los ejecutivos con los más grandes salarios de las mayores 40 empresas de Francia ganan en promedio 190 veces más que el salario mínimo de un francés.

Recientemente el ex presidente Francois Hollande intentó limitar el aumento del salario del presidente de la empresa Renault (a 1,7 millones de euros es decir cien veces el salario mínimo) pero fracasó a pesar de que el Estado es accionista. El presidente de esa empresa cobró más de siete millones de euros además de los 8 millones como presidente de Nissam. Para colmo el 18 de noviembre pasado el presidente de Renault fue detenido en Tokio por supuesto fraude fiscal.

Una vez más el pueblo francés se ha vuelto a rebelar, en este caso por defender la injusticia de ver que cada vez hay más franceses que no pueden pagar sus gastos y observar que hay empleados que duermen en sus automóviles por no poder pagar las expensas, algo que es insólito para quien vive y trabaja en una de las grandes potencias industriales del mundo Este sábado 8 de noviembre la ira volvió a manifestarse en las calles de las principales ciudades.

Estos lamentables acontecimientos deben hacernos reflexionar sobre las políticas que están practicando los países como Francia. Políticas inspiradas en la idea de que el bien común será logrado a través del beneficio individual de los actores económicos en el contexto de un mercado competitivo. Que adaptarse a las reglas que impone la tecnoestructura globalizada será el mejor camino hacia el bienestar de las poblaciones. En mi opinión el gran drama está ocurriendo por un cambio cultural de desconocidas consecuencias: el gobernar para el “bien común” ha sido dejado de lado por la mayoría de los gobiernos, quienes han decidido gobernar para “las cosas”. No son más las necesidades del ser humano, sino los estímulos a las tendencias del mercado, los balances de las empresas, las tasa de interés, la competitividad.

Una de las tareas centrales de la justicia en la sociedad desarrollada reside en intervenir para asegurar un justo equilibrio entre sectores muy desiguales respecto del ingreso, de la educación, de los servicios sociales (por ejemplo: salud, jubilaciones). El pensador norteamericano Michael Walzer afirma que toda comunidad política debe ser guiada por el “principio del bienestar” (welfare state). Sin ese compromiso de bienestar no hay seguridad y la vida de la humanidad es “solitaria, pobre, sucia, bruta y pequeña” (solitary, poor,nasty, brutish and short) (Michael Walzer, “Las esferas de la justicia”). Más aún, Walzer dice “que de lo que se trata en el conflicto social es la distribución”.

Un pensamiento llamado “liberal” o “conservador” niega ese compromiso en aras de la eficiencia, afirmando que el logro del bien común se realiza a través de una autorregulación de los individuos. Es decir, de un laissez-faire la libertad individual surgiría el bien común.

Pienso que la enorme caída en la imagen del inteligente presidente Macron no podrá detenerse por las 10.000 granadas lanzadas por 8.000 efectivos policiales. La rebelión de los “chalecos amarillos” es apoyada por el 60/70% de la población francesa. No son las tarifas de la nafta lo que han sublevado al pueblo francés, es mucho más.

* Ex embajador argentino en Francia.
El Sol Naciente resurge en Asia: el rearme de Japón.
Fernando Arancón


El 26 de diciembre de 2013, el primer ministro japonés Shinzo Abe visitaba el Santuario Yasukuni, situado en pleno centro de la antigua Tokio, y al igual que había ocurrido con todas las visitas anteriores de primeros ministros al comentado santuario, las protestas desde Pekín y Seúl no tardaron en llegar. El motivo principal de esta reacción en los gobiernos de China y Corea del Sur no es otro que la veneración que allí se hace de todos los militares nipones caídos en guerras que Japón ha librado desde la Revolución Meiji de 1868. En total, 2,5 millones de nombres se recuerdan allí, incluyendo 14 criminales de guerra de alto rango que acabaron siendo declarados culpables por el tribunal que los Aliados organizaron después de la guerra por delitos tan variopintos como el genocidio, la experimentación con seres humanos, tortura a prisioneros de guerra o el uso de armas químicas y bacteriológicas. Así pues, los respetos presentados por Shinzo Abe resultaban inaceptables para chinos y coreanos, dos de los países que habían sufrido con mayor rigor las tropelías niponas en su expansión por Asia.

Además, para esta visita concreta, las quejas de los vecinos de Japón fueron más sonoras. Al ya marcado simbolismo que este santuario presenta – cuyo revisionismo histórico es nulo – para el nacionalismo pasado y presente japonés, con esta visita se confirmaban los peores temores chinos y surcoreanos: las intenciones de Abe de sacar a Japón de la neutralidad y el pacifismo constitucional que imperan en el país desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Así, Japón da el paso que llevaba años meditando y tanteando. En plena efervescencia nacionalista asiática; con China en su inexorable avance económico y militar; la permanente tensión en las dos Coreas; el ascenso de potencias medias como Vietnam e Indonesia o la inestabilidad provocada en el sudeste asiático por sucesos como el golpe de estado en Tailandia en mayo de 2014 o los conflictos que tensan la cuerda en el Mar de China, desde Tokio por fin se han decidido a reclamar para sí y de manera plena su espacio como potencia regional. Sin embargo, y al contrario que sus vecinos chinos, ellos no pueden imponerse por la vía económica, al ralentí desde 1997. Tampoco pueden echar mano de su principal aliado, situado al otro extremo del Pacífico y que vuelve a estar empantanado en Oriente Medio cuando iba a reposicionarse hacia el este y el sudeste asiático. Así pues, Japón ha considerado que necesitan de todo su potencial económico, político y militar para jugarse esa última carta y así no quedar relegado por los vecinos al simple recuerdo de lo que en su día fue el “milagro japonés”.

El lastre del pasado
Nadie en Asia quiere oír hablar del imperialismo japonés. Desde Corea hasta el este de la India, el continente sufrió en las primeras décadas del siglo XX el expansionismo de Japón, motivado por el enorme salto cualitativo que dio el país tras la Revolución Meiji, momento en el que pasó de ser un estado autárquico y de configuración medieval a convertirse en una potencia industrial y militar en poco más de treinta años.

Taiwan fue el primer territorio en formar parte de ese nuevo Japón en 1895. A la isla le seguiría la expansión por Corea; la guerra ruso-japonesa de 1905, que se saldó con una notable victoria nipona y las islas pertenecientes a Alemania en el Pacífico, anexionadas por Japón durante la Primera Guerra Mundial. En 1931 le tocaría el turno a Manchuria, arrebatada a China y convertida en el estado títere de Manchukúo, dependiente de Tokio. Seis años más tarde Japón se decidiría finalmente a abordar su mayor presa, la China del Kuomintang, comenzando una guerra que luego se enmarcaría dentro de la Segunda Guerra Mundial. Esta fue la expansión japonesa contra sus vecinos asiáticos más próximos, ya que en los años siguientes también tuvo tentativas de expandirse a costa de la URSS en un breve pero intenso conflicto armado que no fue a más pero que tuvo fuertes repercusiones en la política japonesa hasta 1945.

El resto del expansionismo japonés una vez había estallado la guerra en Europa ya es más conocido. Indochina, Indonesia, Filipinas, Malasia o Birmania fueron los primeros objetivos nipones en el sudeste asiático ante una escasa resistencia de las potencias coloniales – Gran Bretaña y Holanda principalmente – y el apoyo de los incipientes movimientos nacionalistas del sudeste asiático, que veían en Japón el poder que les libraría del colonialismo europeo. Así, en esta región del continente asiático, la expansión nipona no está tan mal vista como en los vecinos más cercanos, ya que de alguna manera Japón facilitó – tanto al llegar y echar a los europeos como al salir y permitir el vacío de poder – la posterior independencia de estos países.

Después llegaría el ataque a Pearl Harbor y la sucesión de carnicerías que caracterizaron la guerra entre Estados Unidos y Japón en el Pacífico. A pesar de que la mayoría de bajas japonesas se produjeron por enfermedad o hambre, defendieron cada isla y atolón de manera férrea, desde Guadalcanal a Okinawa. Finalmente, la guerra se zanjaría con una demostración de fuerza norteamericana que Little Boy y Fat Man se encargaron de ejecutar en Hiroshima y Nagasaki.

La suerte del país nipón sería similar a la que corrió Alemania una vez derrotada. Con la intención de que no cayese bajo la órbita soviética como consecuencia del desmantelamiento de las estructuras económica y política, Japón fue primero tutelado por los norteamericanos para, una vez estabilizado, pasar a ser una pieza aliada en el juego geopolítico estadounidense de la Guerra Fría. Se empezó desmitificando la figura del Emperador – la primera vez que los japoneses escucharon su voz fue en el discurso radiofónico para anunciar la rendición del país –, aunque se mantuvo para mantener cierta cohesión social y política; se juzgó y ejecutó a los mayores criminales de guerra; se le impuso una nueva constitución en 1947 que asentaba en el país los principios democráticos y estructuraba los poderes de una manera similar a una monarquía parlamentaria europea, además de renunciar en su noveno artículo a emplear la fuerza militar, un asunto que quedaría totalmente resuelto en 1951 cuando firmó con Estados Unidos un acuerdo de defensa mutua y empezó a desarrollar las Fuerzas Armadas de Autodefensa. Por tanto, sólo seis años después de su derrota en la guerra, Japón quedaba reconfigurado como un país democrático y atado de manos en el aspecto militar aunque bajo el paraguas norteamericano, país al que cedió numerosas instalaciones y zonas, incluyendo de manera tácita la isla de Okinawa, para establecer bases militares.

‘Abenomics’ militares
Después del “milagro japonés” que sucedió a la guerra y mediante el cual el país creció a una media del 7% entre los años cincuenta y setenta, su sistema económico empezó a ralentizarse y a volverse más artificial y financiero. En los años noventa comprobó con el estallido de la burbuja de los precios del suelo cómo se difuminaba el esfuerzo de posguerra. A pesar de ello, lleva dos décadas aguantando a duras penas, intentando reanimar el sistema económico a base de exportaciones tecnológicas que sus vecinos chinos y coreanos ya producen más baratas, con un crecimiento frágil, tratando de esquivar la temida deflación y con una creciente población envejecida – y la natalidad desplomada – que amenaza con volver totalmente insostenible la economía del país y su estado de bienestar.

Cuando el conservador Shinzo Abe, del Partido Liberal Demócrata (PLD), llega al poder en septiembre de 2012, propone revertir esta situación. En un mes plantea toda una batería de reformas económicas para volver más competitiva la economía nipona y relanzar así el país. Dos años después, parece que estas medidas han dado un poco de oxígeno a Japón, sin embargo, Shinzo Abe pretende también romper con la línea por la que Japón sólo pueda destacar en lo económico. La cabeza del PLD parece haber entendido que el potencial de un país en Asia-Pacífico sólo se puede desplegar en su totalidad cuando se tienen dos manos con las que trabajar, no una libre y muy productiva – la económica – y otra literalmente atada – la militar –. Es por ello que en la sugerida vuelta de Japón al tablero regional como potencia ha de realizarse reestructurando notablemente el país. Mientras China o Vietnam desarrollan fuertes programas de defensa, Japón ha de mantenerse, obligado por la Constitución, a la defensiva, esperando que algo pase. En un contexto regional en el que saber posicionarse antes que el rival es fundamental, Tokio llega siempre el último y sólo si le llaman.

Por tanto, es deseo del mandatario japonés ir girando poco a poco al país hasta que sus capacidades sean las mismas que las de los vecinos. En la actualidad, cambiar el artículo 9 de la Constitución, el que establece el carácter pacifista y defensivo del país y sus fuerzas armadas, es prácticamente imposible por necesitar de dos aprobaciones en las cámaras por mayoría cualificada mas otra victoria en un referéndum. Ninguna de las tres votaciones las podría pasar a día de hoy sin una feroz batalla política. Así, la solución es reinterpretar la Constitución. Es la fórmula japonesa por defecto: al tener un coste tan alto cambiarla por la vía legislativa, se reinterpreta, permitiendo una solución de mínimos al cambio deseado. En este sentido, entender de otra manera lo que quiere decir la Constitución japonesa en ese artículo sería una revolución en la política exterior del país – o al menos dejaría la puerta abierta para ello –. Con las expectativas puestas en facilitar ese cambio, las intenciones de Abe giran en torno a cuatro puntos: relanzar el gasto en defensa, anclado por debajo del 1% del PIB durante muchos años; operatividad de las tropas japonesas en misiones en el exterior, caso de operaciones auspiciadas por la ONU; poder reconvertir al ya potente pero defensivo ejército nipón en uno con cierta capacidad ofensiva y relajar las limitaciones a las exportaciones de armas.

Las pretensiones no avanzan hacia un nuevo imperialismo japonés ni hacia una ofensiva desde Tokio por la vía militar. Simplemente, la cada vez más inestable situación en Asia hace que Japón se replantee sus posibilidades. Cualquier país que pretenda ser una potencia regional ha de ser capaz de coartar las pretensiones de otros países. China es vista actualmente como el gran enemigo; Japón, sin embargo, podría ser visto como ese contrapeso necesario para calmar las aguas del sudeste asiático.

En este giro geopolítico, el gobierno japonés tampoco plantea excesivas variaciones con otro aspecto fundamental de la situación militar japonesa en las últimas décadas: su relación con Estados Unidos. El anterior primer ministro a Shinzo Abe, Yukio Hatoyama, dimitió en 2010 tras prometer e insistir con un asunto intocable en las relaciones entre EEUU y Japón como son las instalaciones norteamericanas en la isla de Okinawa. El expresidente abanderó la iniciativa para trasladarlas a otra zona del país, algo a lo que se negaron al otro lado del Pacífico, por lo que la campaña se volvió contra él. Abe ha aprendido de su predecesor, y aunque ha conseguido llegar a ciertos acuerdos respecto a la inactiva base de Futenma, ha procurado no enfadar a Washington. No hay que olvidar que cerca de 40.000 militares estadounidenses están destacados en Japón, de los cuales unos 26.000 se encuentran en la isla de Okinawa. Así pues, Abe busca el punto medio en las relaciones militares con Estados Unidos. Desea que Japón deje de ser un puesto de avanzada estadounidense en el Pacífico, pero también desea que las relaciones de cooperación y sobre todo, de defensa mutua, se mantengan. Cierta autonomía pero respetando los intereses norteamericanos en la zona. Una difícil combinación.

Dentro del propio país, el debate respecto a este asunto es muy intenso. Una notable proporción de los japoneses sigue apoyando el pacifismo tradicional del país. Ven este giro como el paso previo a una posible escalada militarista en Asia con su país y China como protagonistas. Algo similar, solo que desde otra óptica, ven los crecientes sectores favorables a la reforma, cada vez más marcados por la ola nacionalista que recorre la región. Exigen reacciones frente a China, imparable económicamente y con tremendas ambiciones militares – especialmente navales –, cuya expansión no pueden controlar ni parar.

Cambio en la balanza regional
El nombre de Fuerzas de Autodefensa de Japón no debe llegar a engaño. Numéricamente no son demasiados efectivos – unos 250.000 para un país de 127 millones de habitantes –, pero su capacidad técnica es espectacular. Siendo claros, el japonés es el mejor ejército de Asia. Sin embargo, y de ahí los miedos nipones, la ascendencia del presupuesto de defensa chino y las modernizaciones militares que este país está acometiendo podría hacer que el primer puesto estuviese pronto disputado. Japón no tiene muchos años de margen si desea mantener el nivel de sus ejércitos a la cabeza en la región.

No cabe duda de que si la política japonesa oscilase en la manera que Abe pretende, el contexto regional cambiaría notablemente. En primer lugar, China debería empezar a reconsiderar sus pasos – y paseos – por el sudeste asiático y el Índico. Quizás tendría que rediseñar su “Collar de perlas” para ya no sólo contener a Vietnam, India o EEUU, sino que debería articular una política más contundente respecto con Japón, mucho más allá de los roces surgidos en las Senkaku. Es más, en estos años se ha empezado a vislumbrar una más que probable carrera de armamentos entre ambas potencias. China invierte gigantescas cantidades de dinero en ampliar sus ejércitos cuantitativa y cualitativamente mientras Japón estira el presupuesto de defensa para dotarse de los últimos avances en armamento. En los años sucesivos el pulso irá a más si China no relaja su excesivamente agresiva política exterior en la región y si Japón insiste en igualar las apuestas de su rival.

La problemática japonesa con la vecindad no se circunscribe sólo a China. Sus vecinos coreanos también son una fuente de preocupación para los sucesivos gobiernos en Tokio. Los surcoreanos, rivales económicos directos, cada vez tienen menos estatus de potencia emergente y más de potencia consolidada. A nivel productivo, logístico y comercial tienen poco que envidiar a Japón. Sin embargo, su delicada posición geográfica hace que les cueste desplegar las alas. La otra Corea, gobernada por Kim Jong Un, despierta los recelos en toda la región por su programa nuclear y por vivir permanentemente con el cuchillo entre los dientes. Además de los siempre controvertidos ensayos de misiles, escaladas de tensión con su vecino del sur cada cierto tiempo, como el hundimiento de una corbeta surcoreana en mayo de 2010 o el bombardeo de una isla fronteriza seis meses después, hace que toda la región se prepare para lo peor.

Pero las repercusiones no acaban ahí. Rusia también se vería afectada. A pesar de su fuerte posición en Europa en los últimos años, el país más grande del mundo también se ha reposicionado hacia Asia-Pacífico. Tras la Flota del Norte, con base en Murmansk, la del Pacífico es la más importante de la armada rusa, ya que su principal base, Vladivostok, se encuentra en una posición privilegiada para desplegarse en la región. Tampoco debemos olvidar que Japón y Rusia mantienen una fuerte disputa sobre las islas Kuriles, situadas al noreste de Japón. A pesar del contencioso sobre las cuatro islas, el gobierno japonés gasta anualmente grandes sumas de dinero en propaganda en los comentados territorios insulares, con la esperanza que de manera interna, las por ahora islas rusas presionen a Moscú para integrarse en Japón. Sin embargo, la posición rusa es firme: no habrá devolución y la única vía de salida es aceptar el plan de 1956, por el que dos islas de las cuatro en liza volverían a soberanía japonesa. Para remarcar esta postura, no es extraño que los ejércitos rusos realicen maniobras en la zona, algo que irrita profundamente a los japoneses y siempre despierta protestas. En Tokio lo tienen claro: o todas o ninguna.


Incluso para Estados Unidos, que Japón se replantee su papel internacional también tendría profundas consecuencias. Hasta ahora, el país nipón era una pieza importante en el entramado de defensa colectiva estadounidense. En Asia-Pacífico es su puesto de avanzada y su trampolín operativo junto con la base de Guam. Japón no pretende romper esa relación, pero una mayor operatividad militar japonesa podría desplazar la influencia norteamericana en la zona, aunque también podría otorgarle mayor tranquilidad a Washington si, manteniendo los acuerdos defensivos, Japón salvaguardase, total o parcialmente, los intereses estadounidenses en la región con su propio ejército y de manera autónoma. Hasta ahora, Japón se comprometía a sufragar los gastos del numeroso destacamento norteamericano en su país, pero es deseo del país que Estados Unidos acepte o una retirada parcial de efectivos, lo que redundaría en mayor poder del ejército japonés o dejar de costear la permanencia del protector norteamericano.

Sea como fuere, Japón todavía tiene un largo camino por recorrer. Su mayor preocupación actual, y no es para menos, es la mala y crónica situación económica que arrastra y a la que no consigue dar salida. Ahora está probando mediante las políticas de Abe otra manera de salir de la espiral negativa. De lo que no cabe duda, y viene a ser una máxima de las relaciones internacionales, es que sin una política/situación interna estable, es imposible hacer una política exterior efectiva e igualmente provechosa. Veremos si Japón lo consigue.

Fernando Arancón: Director de El Orden Mundial. Graduado en Relaciones Internacionales por la UCM. Máster en Inteligencia Económica en la UAM.
MEDIOS:
Presentación del Centro de Estudios “Santa Romana”
en el programa “En el Camino” de Mario Markic.

El RINCÓN de la ESTRATEGIA:
Geopolítica Regional.
Carlos Pissolito
Por un lado, los EEUU le han pedido a la Argentina anule la posibilidad de construir una central nuclear con tecnología china y, por el otro, China, seguramente, hará sus jugadas para que ese compromiso se mantenga.

Más allá de ello, se puede especular que la Argentina, por innumerables razones, se encuentra culturalmente más próxima de las posiciones de los EEUU que de las de China.

Por otro lado, cuestiones concretas, también, nos acercan a los objetivos de política exterior de los EEUU. Como, por ejemplo, la situación interna de Venezuela. Criticada, tanto por las administración Trump como por la nuestra. Aunque, hay diferencias importantes entre ambas posturas nacionales.

Tal como sucediera con el régimen cubano durante la Guerra Fría, Venezuela conforma otra situación potencial de conflicto regional. Ya que los EEUU quieren un cambio de régimen, mientras que China y sus aliados, ayudarlo y mantenerlo.

Esto se ha visto remarcando, por estos días, con la llegada de dos bombarderos estratégicos rusos, a la par de buques iraníes y chinos a Venezuela. Lo que constituye una clara advertencia a los EEUU, quien, por su parte, en forma muy poco seria ha señalado la posibilidad de conducir una operación de intervención humanitaria en ese país, porque entiende que hay una sistemática violación de los DDHH.

Llegado a este punto, cabe preguntarse cuál debería ser la postura argentina frente a esta sucesión de dilemas. Una obvia posibilidad es que nuestro país de alinee, automáticamente, con uno o con otro. Cómo parecer que será el caso de Brasil, cuyo presidente electo ha expresado, claramente, que su opción estratégica será la de acompañar las políticas para la región de los EEUU.

Al respecto, la historia contemporánea nos trae el ejemplo de los beneficios que obtuvo Brasil, durante la 2da GM, cuando actuó en forma similar ante el dilema EEUU vs Alemania, recibiendo el financiamiento necesario para sentar las bases de sus posterior desarrollo industrial, al concretar, con ayuda de los EEUU, el polo siderúrgico de Volta Redonda.

Por el contrario, en esa mismas circunstancias, la Argentina prefirió ser neutral hasta casi el fin mismo de la guerra. Lo hizo, no por razones ideológicas, sino por la necesidad de mantener su comercio con la Gran Bretaña, quien era nuestro principal socio comercial. Ya que haberle declarado la guerra a Alemania, nos hubiera expuesto a que nuestros envíos por mar pudieran ser hundidos por los eficientes submarinos alemanes.

Si la Argentina cometió un error de apreciación geopolítica, fue inmediatamente al fin de la 2da GM, cuando siguió bajo la égida de Gran Bretaña, sin advertir que la nueva potencia eran los EEUU.

Nuevamente, la historia y la geopolítica nos vuelven a colocar frente a un dilema similar. Bueno sería, que al menos, tengamos en cuenta las lecciones aprendidas en aquella oportunidad.
La nueva geopolítica y la inteligencia artificial.
Agustín Saavedra Weise

www.paginasiete.bo/ideas/2018/11/25/la-nueva-geopolitica-la-inteligencia-artificial-200992.html
Sólo una cosa está fijada en la dinámica de los pueblos: el lugar dónde se desarrollan los hechos. El espacio es lo único inmutable, lo demás es incierto. El pensamiento continental ha sido el de los imperios y fue en su época el de los europeos. Ya no más, ahora priman miopía, oportunismo y conformismo. Ahora también ellos están entre los mediocres que no miran más allá de sus narices.

Inclusive en Estados Unidos, se va perdiendo el sentido estratégico de pensar en grande; tan sólo China y Rusia mantienen aún su amplitud de miras. Tal vez sea por que son los herederos de Gengis Khan. Lo que los descendientes de Roma han perdido, a los chinos y rusos les quedó en la sangre: el sentido del espacio como arma.

La deficiente evaluación contemporánea del espacio y la intolerancia al resurgimiento del pensamiento en escala global son verdaderamente penosas. Felizmente y contra esa nefasta corriente, entre las últimas etapas de la globalización y el avance de la inteligencia artificial, (IA) se está reestructurando en la actualidad un nuevo pensamiento geopolítico.

Según el investigador John Villasenor (www.brookings.edu/blog/) la nueva geopolítica ostenta características distintivas, algunas iluminadas por la historia, algunas exclusivas de nuestro momento de intensos cambios. En el ámbito de los asuntos económicos, nos encontramos con algo que se parece a la multipolaridad.

Visto a través de la lente del nuevo armamentismo de la inteligencia cibernética y artificial, nos acercamos a una segunda Guerra Fría entre Oriente y Occidente. Ambas características son parte de una aparición más amplia de esta inédita geopolítica, una especie de nuevo “gran juego” entre las principales potencias, plagado de riesgos de confrontación y casi sin oportunidades para aquellos países menos favorecidos y privados de recursos, liderazgos o instituciones lo suficientemente ágiles como para adaptarse.

La dinámica de la multipolaridad económica oculta realidades básicas: Estados Unidos y Rusia equilibran la amenaza nuclear, mientras Washington y Beijing son el factor central en el resto del cálculo. Todavía hay disparidad entre los dos actores, pero China se beneficia de “la sombra del futuro” y de las disfunciones e indecisiones norteamericanas; eso compensa su inferioridad. Rusia compensa la propia con su inmenso espacio y recursos naturales.

El 1 de septiembre de 2017 el presidente Vladimir Putin se dirigió a un grupo de estudiantes rusos en su primer día de clases. Expresó: “La inteligencia artificial es el futuro para nuestra patria y la humanidad, quien se convierta en líder de este nuevo campo gobernará el mundo”.

Es una evaluación que vale la pena tomar en cuenta, incluso si el objetivo es sólo la prosperidad propia y no la dominación.

Durante la próxima década la IA se vinculará mucho con la geopolítica. Y por una sencilla razón: la geopolítica está determinada por muchos de los mismos dominios que la IA está revolucionando.

La IA hará que manufacturas, transportes y comercio sean más eficientes, mejorará los rendimientos de los cultivos, abrirá nuevas oportunidades para la ciencia, reorganizará los mercados laborales y forzará un replanteamiento básico de los enfoques de seguridad nacional y de las concepciones geográficas; modificará hasta la arquitectura de los ejércitos.

En las próximas décadas, los países que cultiven y aprovechen con éxito una cultura de innovación basada en la IA estarán posicionados tanto para el crecimiento como para mejorar su seguridad nacional.

En contraste, los países que mantengan una confianza excesiva en la vieja infraestructura enfrentarán desafíos cada vez mayores para mantenerse con niveles mínimos en el duro campo de la competitividad global.

La geopolítica es una disciplina controvertida. El estudio de la influencia de los factores geográficos en la acción política siempre se ha prestado a la polémica. En muchas ocasiones, ciertos postulados geopolíticos fueron usados con fines expansionistas o belicistas.

Por eso el término cayó en desuso y se desprestigió al fin de la Segunda Guerra Mundial. Poco a poco, la vieja geopolítica se liberó de su lastre.

Tuvo voceros que la fueron “levantando” desde la ilustre escuela francesa del ramo y vía Henry Kissinger, quien desde la década de los 60 del pasado siglo XX revalorizó a la geopolítica, al utilizarla en sus análisis mientras era Secretario de Estado (Canciller) de Richard Nixon y en sus propios estudios académicos.

En estos días de fines de la segunda década del tercer milenio la geopolítica ya renovó su patente “de buena conducta” y volvió a ser respetable. Es más, por estar de última moda, hasta se exagera su uso y resulta que hoy todo es “geopolítico”, sin que necesariamente sea siempre así.

Al final, es un hecho que la IA abre inéditos campos geopolíticos. Estamos ante un nuevo portal geopolítico de dimensiones aún inimaginables y que podría alterar el tablero mundial en casi la totalidad de sus términos.

La potencial alianza Rusia-China está hoy más cercana y será –de concretarse– un factor desafiante del poderío estadunidense que deberá enfrentar solo ese enorme reto. Será difícil intentar contar con una Europa, ahora paralizada por su hipocresía y miedos imaginarios.

La mirada geopolítica universal permite diseccionar regiones, potencialidades y problemas. Ahora, en el inicio del imparable auge de la IA, esa óptica de largo aliento tendrá mayor importancia aún.

El análisis geopolítico seguirá siendo valioso para la definición de políticas y en la búsqueda de lo mejor para el interés nacional de cada actor en la dura arena mundial. Sin conocimiento geográfico y valorización del espacio no hay nada; los pueblos que ignoraron esos factores lo pagaron caro.

Hoy la inteligencia artificial nos abre nuevos caminos geopolíticos de enormes oportunidades y no menos inmensos riesgos.



El RINCÓN de la ECONOMÍA:
Ha llegado el momento de irnos del Mercosur.
Iris Speroni

http://www.laprensa.com.ar/471450-Ha-llegado-el-momento-de-irnos-del-Mercosur.note.aspx

La Argentina está intervenida desde el año 1983. La Argentina está intervenida ininterrumpidamente por la socialdemocracia, en particular, la socialdemocracia europea, desde el año 1983. Tal vez sea el correlato de perder la Guerra del Atlántico Sur (Malvinas).

La Constitución de 1853 establece que la Argentina es una Nación soberana libre de relacionarse con otras. En las últimas décadas se consolidó en Occidente otra forma de interacción, distinta, que busca suprimir a las naciones y reemplazarlas por organismos supranacionales. Se consolidó como el orden dominante a partir del presente siglo.

Está dirigido por una alianza integrada por las empresas multinacionales, los grandes bancos, las burocracias tanto de cada país como de los organismos supranacionales, la totalidad de la prensa, los artistas y las jerarquías universitarias (la Academia). Lo que Nigel Farage denomina el establishment.

Todos ellos han montado un andamiaje cultural que denigra a las personas que aman su bandera, su himno, sus costumbres. La élite los trata de ignorantes y brutos. Dominan Occidente.

En nuestro país - al igual que en otros - hay consecuencias claras: a) la Argentina no es libre de firmar un tratado de libre comercio sin contar con el consentimiento del Mercosur, esto es, de Brasil; b) la Argentina ha delegado en el CIADI, un tribunal que depende del Banco Mundial, la mediación de algunos conflictos entre el Estado y empresas privadas.

EL MERCOSUR

El Mercosur se comenzó a gestar durante el gobierno de Alfonsín. La propaganda, en su momento, era que nos abriría mercados con su consecuente prosperidad. Lejos estuvimos de tan nobles objetivos.

Se construyó una gran muralla arancelaria que hace imposible, para los ciudadanos de los países integrantes, importar nada del mundo exterior.

Esta barrera fue lo que necesitaban las grandes empresas multinacionales para abandonar la Argentina y mudarse a Brasil sin perder el mercado argentino. Este último punto es extremadamente importante.

La Argentina se quedó sin industrias, porque hubo una masiva mudanza a Brasil. Al quedar sin industrias propias, lo lógico es que pudiéramos importar del mejor postor, y así abaratar nuestros costos, tanto de insumos si queda alguna actividad en pie o de productos de consumo para abaratar nuestro costo de vida. No.

La Argentina, que era un país industrial, ya no lo es, sigue comprando productos de mala calidad -brasileños- y a precios el doble de los internacionales para proteger a las industrias extranjeras que decidieron instalarse en Brasil y a los industriales paulistas.

El Mercosur, claramente, fue la campana de largada para implementar un plan que se dio en simultáneo en varios países de Occidente. Fue premeditado, como supimos al iniciarse las reuniones de Davos.

El objeto era bajar la demanda de trabajo en los países altamente sindicalizados: Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia, Argentina -para quebrarle la moral y el espinazo a los distintos sindicatos- y trasladar esas empresas a otros de baja o nula cultura sindical: Singapur, Bangladesh, Pakistán, India, China, México, Brasil.

Esto implicó cierre de fábricas y pérdida de la moral de personas altamente calificadas y la mejora material de personas que eran extraídas de la pauperización más abyecta.

Fue publicitado como incorporación de personas al círculo virtuoso del capitalismo. Nada se dijo de la destrucción moral y física de poblaciones enteras de países otrora civilizados. Tal vez quien más sufrió este ataque al trabajador sindicalizado fue Estados Unidos -de las localidades de donde luego surgirían los votantes de Trump- pero no fue distinto en otros lugares. Localidad enteras desahuciadas en el noreste de Francia, en el norte de Inglaterra y en el conurbano argentino.

La promoción del gobierno brasileño fue desenfadada: exenciones impositivas, regalo de tierras para radicación, tarifas subsidiadas, créditos blandos. Brasil devaluó en 1999 y le avisó a nuestro ministro de economía un día antes. Así no actúa un socio.

DECADENCIA

La Argentina importa hoy productos de sencilla factura, como la pasta dentífrica o el shampoo, que contaba con fabricación nacional desde hace más de un siglo. El país más pulcro de América, que hizo obligatorio la instalación de bidet en las viviendas hace un siglo, le compra sus -carísimos- artículos de tocador a un país que incorporó su uso décadas después. Eso se llama decadencia.

De todos los arreglos el más oprobioso es el del mercado automotor. Las terminales deciden qué modelos y cuántas unidades hacen en cada país. Nos obligan a comprar modelos antiguos de VW al doble del precio de modelos modernos de la misma marca en Alemania.

El déficit con Brasil desde 2003 supera u$s 55.000 millones acumulados, la mayor parte debido a la importación de automóviles. Gran parte de nuestra deuda se justifica únicamente con el desastre del manejo del mercado automotriz.

¿Qué obtuvo la Argentina a cambio? En Europa cada país reservó una actividad para su protección. Por ejemplo, Dinamarca coloca toda su producción láctea y de derivados en la UE a cambio de comprar productos del resto.

Nada de eso ocurrió. La Argentina y Uruguay hubieran podido ser los proveedores de lácteos y convertirse en industrias gigantes de importancia internacional. No. Brasil desarrolló su propia industria. En maquinaria agrícola, Argentina, con una experiencia tan antigua como la norteamericana, que data de fines del siglo XIX, hubiera podido ser la gran proveedora del boom brasileño de producción de alimentos. No. Instalaron sus propias plantas, las más de las veces con ingenieros argentinos.

Nada quedó para la Argentina. Acá se cerró todo. Brasil tuvo y tiene una política monetaria agresiva para hacer competitivas sus exportaciones (lo que yo reclamo para nosotros (1). Por lo tanto no sólo se fueron las empresas multinacionales sino que fueron cerrando, por no poder competir, las propias.

VAMPIRISMO

El Mercosur nos impide comprar insumos baratos, por los altos aranceles, y no nos provee ningún mercado de exportación. Por lo que ni podemos ser competitivos en nuestros costos, ni tenemos mercados para colocarlos. Brasil, cual vampiro, nos succionó la capacidad instalada.

Esta destrucción del aparato productivo sólo fue posible por la activa colaboración de funcionarios argentinos, que acompañaron paso a paso esta degradación. Tampoco los sindicatos protestaron, ¿a cuántos escucharon hablar contra el Mercosur?

La migración de industrias fue masiva en Occidente. El único país que no aceptó ni implementó ese proceso fue Alemania.

Como nota adicional, no seamos ingenuos respecto a la agresión que sufre una de las grandes multinacionales argentinas. No sea que detrás de ello hay un interés en comprarle activos a precio vil o degradar una de las pocas industrias que nos quedan.

Ha llegado el momento de irnos del Mercosur. Pagamos aranceles altísimos no para proteger a la industria argentina, que ya casi no existe, sino para proteger a la brasileña. Nos suben artificialmente los costos y no participamos en ningún beneficio. Para peor el acuerdo, a diferencia del europeo, no nos ha dado a cambio la exclusividad en ningún rubro.

Si Brasil no compra nuestra maquinaria agrícola, nosotros no tenemos por qué comprar sus horribles y caros automóviles.

LA REACCIÓN

En los últimos años hubo rebeliones de los pueblos perjudicados por este orden socialdemócrata. Brexit en Gran Bretaña (junio 2016), Trump en Estados Unidos (octubre 2016), Liga-5 Estrellas en Italia (junio 2018): los pueblos relegados dijeron No. No sabemos cómo evolucionará el descontento francés.

La Argentina, en agosto de este año, dijo No ante una imposición socialdemócrata: el aborto.

Es hora de decidir sobre nuestros intereses: recuperar los ferrocarriles, la educación, pertrechar a las Fuerzas Armadas, dejar trabajar en paz a las fuerzas de seguridad y echar a todos los jueces abolicionistas.

Decir No al Mercosur y lanzarse a conquistar mercados por el mundo que construyeron nuestra otrora Argentina Próspera.

* Licenciada de Economía UBA, Master en Finanzas, Ucema. Posgrado Agronegocios, Agronomía.
BREVES de DEFENSA, SEGURIDAD y DESARROLLO:

Fallas de entrenamiento y errores de operación.

Edgardo Aguilera - Ámbito Financiero
Una serie de acciones concurrentes desde la meteorología adversa, falta de entrenamiento y errores de operación de un mecanismo clave, parecen ser la esencia del reporte sobre lo sucedido al San Juan que develó , la semana pasada, a puertas cerradas ante legisladores el ministro Oscar Aguad.

El informe de los 3 expertos oficiales submarinistas quienes además fueron comandantes del San Juan concluyó antes de que la empresa Ocean Infinity encontrara al submarino. Completaron la hipótesis con las pocas imágenes conocidas del casco resistente, y los restos de las superficies que lo recubren diseminadas en el fondo del mar. “La fuerza de submarinos estuvo 4 años, entre 2011 y 2015, sin navegar, y esta falta de entrenamiento mucho tiene que ver con las cosas que han pasado”, adelantó Aguad en la parte pública de su exposición.

A esta altura se sabe que el foco está en una maniobra no homologada y fuera de procedimiento que se habría realizado para favorecer la ventilación del “interno del submarino”. La errónea operación de apertura de la válvula E-19. El mecanismo abierto es la única posibilidad para que pueda haber una entrada de agua hacia las baterías cuando el submarino está en condición de snorkel. “Por diseño no hay otra forma, es imposible que llegue agua a los tanques de baterías” dijo a este diario un oficial electricista que asesoró a la comisión de expertos. “Basta que la válvula permita una laminación por estar mal cerrada para que en la maniobra de snorkel y con mar gruesa entre agua de mar y desencadene el cortocircuito con incendio eléctrico”. “Luego el hidrógeno acumulado produjo la explosión interna, dejó a la nave sin gobierno y a la tripulación sin capacidad de reaccionar”, completo la fuente.
Brasil se prepara para lanzar el primer submarino clase Riachuelo.

Victor Barreira, Río de Janeiro - Jane's Defense Weekly - Traducción Desarrollo y Defensa


El primer submarino diésel-eléctrico S-BR de clase Riachuelo (clase Scorpene modificada) (S40) está programado para ser lanzado el 14 de diciembre en el Complejo Naval de Itaguaí en Itaguaí, donde el barco fue construido por Itaguaí Construções Navais (CIE).

El barco se encuentra actualmente en el salón de reunión del Estaleiro de Construção (ESC) y será trasladado al elevador de barcos de TTS Syncrolift para que sea bajado al agua en la fecha de lanzamiento. El barco luego pasará otros dos años aproximadamente en pruebas de muelle y pruebas en el mar. Está programado para su entrega a la Armada de Brasil en 2020.



El S-BR está construido en cinco secciones. Las secciones tercera y cuarta del Riachuelo se construyeron en Cherbourg, Francia. Los tres barcos restantes, Humaitá (S41), Tonelero (S42) y Angostura (S43), se están construyendo completamente en Brasil.

Humaitá , Tonelero y Angostura están en diferentes etapas de construcción. En la unidad de manufactura de estructuras metálicas de la UFEM se llevan a cabo tareas en las secciones de casco y la instalación de equipos en Humaitá y Tonelero , mientras que la empresa estatal Nuclebrás Equipamentos Pesados ​​(NUCLEP) fabricará secciones para Angostura .

Las secciones de Humaitá están programadas para ser trasladadas por carretera desde la sala de la ESC en marzo de 2019, con el lanzamiento del submarino programado para septiembre de 2020 y la puesta en servicio en 2021. Los dos barcos restantes se lanzarán en diciembre de 2021 y diciembre de 2022 y se pondrán en servicio en 2022 y 2023, respectivamente.

Con una longitud de 71,62 m y un desplazamiento de superficie de 1,870 toneladas, los S-BR están diseñados para una amplia gama de roles, incluidas misiones de guerra antisuperficie y antisubmarina, operaciones especiales y recolección de inteligencia.

Los barcos cuentan con seis tubos de 533 mm que disparan torpedos Naval Group F21 o misiles MBDA Exocet SM39 Block 2 Mod 2. Los señuelos CANTO del Grupo Naval lanzados desde dos lanzadores de contramedidas del Grupo Naval Contralto-S brindan a los S-BR capacidad antitorpedo.
Ya llegaron al país todas las locomotoras chinas para cargas.
iProfesional.com
La semana pasada llegó al país la última partida de locomotoras diésel CRRC para los ferrocarriles de cargas. Con este último embarque queda finalizada la etapa de renovación del material rodante y tractivo de Trenes Argentinos Cargas.

En total se recibieron 67 locomotoras de trocha ancha, destinadas a la línea San Martín, y 40 de trocha métrica para la línea Belgrano. Originalmente se habían adquirido diez para la línea Urquiza (trocha media o estándar) pero más tarde fueron cambiadas por máquinas para el Belgrano.

La compra del material tractivo a China había quedado sellada en 2013, cuando se firmó un amplio convenio de 2400 millones de dólares que incluía, además de las locomotoras, 3500 vagones de carga (borde alto, plataforma, tolvas carboneras y cerealeras), repuestos para rehabilitar cerca de 2000 vagones en talleres nacionales, maquinaria y materiales varios (durmientes, rieles, fijaciones) para renovación de vías en los tres ramales ferroviarios administrados por el Estado, indicó el sitio enelsubte.com.

Buena parte de ese material ya está en funcionamiento. Sin embargo, es propenso a sufrir descarrilamientos que ocurren con alarmante frecuencia debido a que aún restan renovar importantes tramos de la red ferroviaria.

Por caso, recientemente se acordó con China Railway Construction Corporation (CRCC) el primer desembolso (1089 millones de dólares de un total de 2400 millones anunciados en 2015 y 2017) para la renovación del ferrocarril San Martín.
El astillero Río Santiago entregó a la Armada el ARA King tras ser reparado.

Diario Panorama
El Astillero Río Santiago, de la ciudad de Ensenada, entregará a la Armada Argentina, el próximo 14 de diciembre, el buque patrullero ARA King, al cual se le hicieron reparaciones de media vida en ese predio naval.

El ARA King, un buque patrullero de 77 metros de eslora, que desde 2014 estaba en el Astillero Río Santiago, donde se le realizaba la reparación de media vida, fue puesto esta mañana en el dique para su entrega a la Armada Argentina el 14 de este mes. El buque fue construido íntegramente en el Astillero de Ensenada en la década del 40, y la reparación de media vida incluyó trabajos en el casco y la modernización de su habitabilidad.

Él secretario de ATE Ensenada, Francisco "Pancho" Banegas, al confirmar que el buque será entregado en fecha a la Armada Argentina, destacó esto como "un hecho importante, que fue posible gracias a la lucha de los trabajadores y la negociación que se hizo dentro del ámbito del gobierno bonaerense con la participación de la Pastoral Social". Banegas celebró también que en la Ley de presupuesto 2019, sancionada esta madrugada en la Legislatura bonaerense, "está garantizada la estabilidad laboral de los trabajadores del Astillero, y prevé 100 millones de pesos para la reactivación" de la producción del lugar donde se construyen y reparan buques.


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